Lo que nos deja el COVID
- Daniel Ochoa
- 8 may 2020
- 2 Min. de lectura

Hay algo que las economías desarrolladas tienen en común: la cultura del seguro. El sector asegurador en Estados Unidos y Europa es particularmente fuerte, este representa hasta un 10% de su PIB, mientras que Latinoamérica, particularmente México, este apenas llega al 2%. Según un artículo de la IMESFAC publicado en el 2018, el gasto promedio en prevención en los Estados Unidos es de 3800 dólares anuales, mientras que en América Latina es apenas de 126 dólares.
Es inocente comparar una economía del tamaño de la norteamericana con la nuestra, cierto, sin embargo, la cultura del ahorro y del seguro en México se encuentra particularmente rezagada por desinformación, falta de oferta y una ideología muy particular que forma parte de nuestro folclore: si pasa, ya veremos cómo lo arreglamos; no quiero pensar en eso; Dios proveerá.
Es importante entender que no es un tema de capacidad de ahorro, flujos; los seguros (vida, gastos médicos mayores), son trajes hechos a la medida. Contar con un asesor experimentado y la disposición necesaria, nos permitirá observar y analizar propuestas que se acerquen a nuestras posibilidades y necesidades, adaptándose a todo bolsillo.
¿Un gasto o una necesidad?
La pandemia del COVID-19 nos ha demostrado que, incluso los sistemas de salud públicos de economías de primer mundo (Estados Unidos, España, Italia), pueden colapsar; el nuestro dista mucho de la infraestructura y servicio de estos países. Un seguro busca distribuir el riesgo que corremos frente a los excepcionales de la vida, protegiendo nuestro patrimonio y garantizando un servicio de salud de primera.
El 2020 nos ha enseñado que los problemas de salud no respetan clases sociales o nacionalidades; los que “mejor” han salido parados, son aquellos que previnieron y destinaron parte de sus recursos a cuidar de los suyos. Según datos de la AMIS, la tasa de mortalidad por el COVID en México es del 9.78% mientras que, para la población asegurada, ese porcentaje disminuye al 5%. Particularmente duro es analizar la tasa de contagio: mientras que para la población en general, hablamos de 21.72 personas por cada 100 mil, en las personas con seguro, es de 7.7 por cada 100 mil: nuestros hospitales públicos son un fuerte foco de infección.
De acuerdo al más reciente reporte de la misma AMIS, el monto total de indemnizaciones –Vida y Gastos Médicos– es de $198’844,802 y el mayor monto pagado es de $14’000,000. El costo promedio por atención hospitalaria es de casi $400,000, lo cual pondría en aprietos a cualquier familia; incluso para todos aquellos que cuentan con la prestación de Gastos Médicos en su trabajo, el coronavirus nos ha demostrado que es importante revisar nuestras pólizas para saber si lo que tenemos es competitivo o necesitamos algo que refuerce nuestra seguridad; las primas incluso se pueden hacer deducibles de impuestos.
Se convierte entonces, en un asunto de responsabilidad y administración; un buen producto nos protege con una suma asegurada competitiva, un amplio nivel hospitalario y el deducible nos permite acoplarnos a cualquier bolsillo, garantizando que un evento de esta naturaleza no caerá por completo sobre nuestras espaldas, compartimos el riesgo con la aseguradora.
Así es que, si algo bueno nos puede dejar toda esta situación es que aquel dicho es cierto, “más vale prevenir que…” ustedes saben. En GESPAT estamos para ayudarte.
Cuídate, queremos verte bien.
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